jueves, 24 de octubre de 2013

Homenaje a mi madre con motivo del Día de la Mujer Rural.

Soy Beni, tengo cuarenta y ocho años y vivo en Argallón desde que me casé, porque de aquí es mi marido y aquí empezamos nuestra vida juntos y aquí formamos nuestra familia. Pero soy de Piconcillo, aldea vecina donde nací y me crié, donde mi madre nació, creció, vivió y formó su familia. Desgraciadamente, hace doce años que falleció, de cuerpo, porque de corazón, mientras existan personas que la recuerden, perdurará con nosotras mi madre, Joaquina Fernández Jurado.

Su historia comienza en 1927, año de su nacimiento. En esos tiempos, la mujer, nada más nacer ya traía una carga encima: tenía que servir para todo, aunque no se le reconociera nada. Por ello, la mujer ha tenido que luchar tanto para lograr lo que tenemos ahora; eso sí, sin dejar atrás la familia, eso en primera línea.


Era la menor de dos hermanas. Desde su niñez comienza la lucha como mujer, pues con tan solo cuatro años y su hermana con seis se quedan huérfanas de padre, mi abuelo Diego, que muere con treinta y siete años, dejando, como digo, viuda y dos hijas tan pequeñas. En aquellos años, la viudedad no daba derecho a pensión alguna...

Así que, desde tan temprana edad, tuvieron que trabajar para ayudar a su madre a sobrevivir entre las tres. Mi madre decía que, gracias a Dios, hambre no pasaron, ya que siempre tuvieron algo para comer, fuese lo que fuese, pero necesidad y penurias, sí que padecieron muchas.

Ese ímpetu y coraje que tuvo mi abuela debió transmitirse a los genes. En aquellos tiempos, cuando una mujer o un hombre quedaban viudos y había hijos, al momento volvían a casarse. Pero mi abuela tuvo la valentía de seguir adelante y las crió ella sola y muy bien por cierto. Mi madre heredó esos genes, lo que le dio fuerzas para luchar por todo lo que creía justo y, sobre todo, por su familia.

Mi abuela se llamaba Benilde y, como ella no se volvió a casar y salieron adelante tres mujeres solas, había gente que al referirse a ellas las llamaban despectivamente «los Benildos», en masculino, por no depender de ningún hombre en la familia... Otras gentes, por el contrario, sentían admiración, pues eso no era capaz de hacerlo cualquier persona.

Mi madre toda su niñez y juventud la pasó trabajando, pero feliz, porque ella soñaba que cuando tuviese su propia familia lucharía y superaría todo para dar a sus hijos todo aquello que ella no pudo tener. Con nosotros de verdad que lo consiguió.

Cuando conoció a mi padre, también persona humilde, después del noviazgo, se casaron, crearon nuestra familia y siempre para adelante. Al principio, trabajando y viviendo en el campo en su chozo. Con los años, siguieron trabajando en el campo, pero viviendo en Piconcillo, donde nos criaron, nos escolarizaron a los cuatro hijos que les quedaron, porque con ocho meses perdieron a su segundo hijo. Otro golpe que también tuvieron que superar, ya que perder a un hijo es una desgracia muy fuerte y dolorosa.

Mi madre decía que por sus hijos hacía todo lo que fuera necesario y con alegría, porque ella era feliz cuando nos hacía feliz a nosotros. Esa era su gran satisfacción: todos juntos y hacia adelante, para lo bueno y para lo malo.

Las personas que han conocido y tratado a mi madre han recibido siempre de ella su alegría y cariño sincero. Y, de igual manera, se lo han demostrado a ella hasta después de dejar de estar con nosotros. Siguen hablando de ella con cariño, respeto y recordándola. Esa creo que es la recompensa a lo que ella hizo y se ganó por su forma de ser. A mí me llena de orgullo decir que esa mujer era mi madre.

Con ella vivimos años memorables. Siempre tenía tiempo para escuchar a quien le hacía confidencias, desahogarse con ella. Todas las personas que recurrían a ella para contarle problemas, pedir ayuda o, simplemente, compartir penas y alegrías, recibían un buen consejo, que daba de corazón.

Mis padres hicieron por sus hijos todo lo que estuvo en sus manos hasta que cada uno fuimos creando nuestra propia familia. ¡Ojalá nosotros seamos capaces de hacer lo que ellos han hecho! El legado que nos han dejado es excepcional e inmejorable. Se me llena la boca al decir que para mí mi madre es la mejor madre del mundo.

Termino transcribiendo algo sobre la mujer que me ha llegado, como no podía ser de otra manera en los tiempos que vivimos, por Whatsapp:
¿Sabías que ser mujer es ser princesa a los 15, bella a los 25, pasional a los 35, inolvidable a los 45, dama a los 60, especial a los 75 y hermosa toda la vida? Ser mujer es llorar callada los dolores de la vida y sonreír apenas en un segundo. Es tropezar, caer y volver a caminar... Ser mujer es ser elegida para traer vida al mundo... Pásalo a las mejores mujeres del mundo y si eres hombre envíaselo a la mujer más especial que hayas conocido. 
Y no olvides esto: 
La mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior... Salió de su lado para ser igual, debajo del brazo para ser protegida y al lado del corazón para ser amada... 
Benilde Obrero Fernández 
Argallón

1 comentario:

  1. Descansa en paz Beni eras una gran mujer como tu madre y muy luchadora un beso alla donde estes

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